VALOR DE LOS JOVENES PARA LA FAMILIA, IGLESIA Y SOCIEDAD
El joven en la actualidad se encuentra inmerso
en un ambiente que lo conduce hacia el consumismo y el hedonismo, además de que
constantemente recibe mensajes a través del Internet, música, video-juegos que
inciden en la deformación de su propia identidad.
El joven recibe mensajes de sus padres que suelen estar enfocados a mejorar su entorno pero también recibe mensajes de la publicidad que lo induce a consumir y su interés es en crear hábitos de consumo, ya sea en ropa de marca, placeres rápidos e intensos que al final generan consecuencias inciertas y en ocasiones nefastas con respecto a la identidad personal. A lo anterior aumentemos la creciente falta de relación afectiva directa entre padres e hijos y la pérdida de su valor socializador en los valores, la familia, el colegio y la Iglesia.
Lo anterior se manifiesta en crisis escolar,
violencia entre los jóvenes y adolescentes, la expansión de la droga, el
crecimiento de las enfermedades sexuales y el aborto, la inseguridad, etc. y el
“divorcio” en la comunicación entre padres e hijos.
Al hablar de jóvenes debemos referirnos a ellos
por generaciones ya que cada una de ellas muestra distintos comportamientos y
para entender esto daremos una breve explicación del comportamiento de las
últimas generaciones:
La primera es la generación de personas nacidas
entre 1935 y 1950 llamada como la “generación silenciosa” que vivió una
disciplina estricta y procreó seres obedientes, incapaces de cuestionar decisiones,
tanto en el área laboral, como en el seno familiar. En la familia, los hijos
siempre obedecían y respetaban tanto a los padres como a los abuelos y tíos; en
suma, se trata de una generación en la que tanto los padres como los hijos eran
silenciosos.
Hacia 1960 empezaron las transiciones sociales.
Las personas nacidas entre 1951 y 1984, los “baby boomers”, crecieron en una
época de rebeldía, con el Rock and Roll, la televisión, la liberación femenina
y el gran impacto de la información y la tecnología; todo ello provocó grandes cambios en los valores, y lo
pragmático remplazó a la lealtad y el compromiso.
Justamente, los nacidos en esos años son a
quienes se les llama “generación de padres obedientes”, cuyos hijos inician en
la generación a partir de 1985 y se les llama el “imperio de los hijos
tiranos”.
Los hogares de esta generación ya no tienen,
necesariamente, la forma tradicional de
familia nuclear, ahora por lo general, trabajamos ambos padres, o bien
la cabeza de familia la conforma el padre o madres solteros, divorciados o
separados; algunos niños -incluso- viven
con otros familiares cercanos. Según los estudiosos, estos niños
“esperan ser guiados, pero no supervisados u obligados a obedecer, pues consideran
la vida como algo que debe disfrutarse cada momento y que realizar cosas exija
el mínimo esfuerzo. Esta generación pasó de una tendencia problemática a una
tendencia hedonista, es decir, que busca placer y comodidad.
Esta generación ha crecido en una familia
pequeña, y como existe la creencia de que por ese hecho sus integrantes “viven
mejor”, sin considerar las limitaciones y desventajas que esta moderna
conformación familiar pueda tener, ya que el niño de las familias pequeñas
suele ser intolerante, individualista, demandante de acción inmediata, y tiende
hacia el aislamiento y el hedonismo. Y nosotros los padres, al preocuparnos por
satisfacer cualquier capricho de nuestros hijos, nos convertimos en “padres
obedientes de nuestros hijos”. Este comportamiento de nosotros los padres normalmente
proviene de que experimentamos el peso de una autoridad absoluta y por lo tanto
nuestra reacción es evitar ser vistos como autoridad, por lo que preferimos que
se nos vea como amigos y compañeros y no imponemos reglas por temor a que
nuestros hijos “sufran” o se “frustren”.
Esta generación aparenta tener una autoestima
muy alta, la que por desgracia no es fruto legítimo del esfuerzo personal o del
aprendizaje ante el fracaso, sino que depende del excesivo apoyo paterno. El
miedo de nosotros los padres a que nuestro hijo experimente algún fracaso nos
impide considerar que se aprende más del error y del fracaso que de los
aciertos.
La importancia del joven en la familia estriba
en que sus actitudes nos lleven a cambiar actitudes tanto a nosotros como
padres como a nuestros hijos independientemente de la edad que ellos tengan.
Primero tenemos que ser padres valerosos y
firmes que confrontemos y desafiemos a otras familias en el quehacer formativo.
Padres que no tengamos miedo a las opiniones o reproches de los demás.
Como familia debemos favorecer la creación de
actos habituales que todos conozcan y cumplan, tales como el comer juntos en la
mesa y llevar los platos al fregadero después de comer, ver la televisión hasta
después de haber terminado la tarea, poner la ropa sucia en el cesto indicado.
Reconocer que el crear rutinas ayuda a desarrollar hábitos y actitudes que
serán la fuente de la formación del carácter.
Tenemos que ser padres consistentes y con esto
evitar cambiar las reglas solo para satisfacer las demandas o caprichos de
nuestros hijos.
Algunos padres, desesperados por haber perdido
el control con sus hijos, utilizan estrategias disciplinarias que repercuten
negativamente en su personalidad. En una ocasión, una profesora de preparatoria
nos relataba que uno de sus alumnos se había cercado a ella para preguntarle:
“¿Pueden mis bajas calificaciones causar que mis padres se divorcien?”. Y la
profesora le respondió que podía haber otros factores que ocasionaran el
divorcio. Sin embargo, ella notó que este muchacho había empezado a manifestar
otras conductas de desadaptación como aislamiento, nula participación en
actividades extracurriculares y cierto nivel de depresión y tristeza. En una
reunión de padres de familia, la mamá del joven se acercó a ella y le preguntó
sobre su hijo. La profesora le contestó que él había tenido una pequeña mejoría
académica y la señora le respondió: “Creo que la estrategia que utilizamos con
nuestro hijo está funcionando”. La maestra le preguntó sobre dicha estrategia a
lo que la señora respondió que su esposo y ella le inventaron a su hijo que se
iban a divorciar por causa de él; sus bajas calificaciones producían
discusiones entre ellos y eso provocaría que se separaran. La profesora
respondió tratando de convencerla de que eso sólo produciría problemas más
serios para su hijo. Pero la mamá orgullosa, le contestó: “Creo que ha sido la
mejor medida que hemos tomado con nuestro hijo y estamos seguros que ahora sí
nos hará caso.”
Los padres estamos perdiendo el control con
nuestros hijos y nos sentimos orillados a tomar medidas disciplinarias peores,
que dañan su autoestima y su seguridad ante los demás.
Debemos ser Padres centinelas con nuestros
hijos. Diversas investigaciones sugieren que el control familiar, el monitoreo
y la supervisión ayuda ayudan a prevenir adicciones en los hijos. Algunos
padres tienen la creencia de que si les dan amor, amistad, seguridad y
confianza serán capaces de repudiar, por sí mismos, las tentaciones. Recordemos
que la presión social y, sobre todo, la influencia que ejercen los amigos
pueden determinar la elección de participar en los actos que la familia ha
tratado que su hijo evite, brindándole su comprensión y confianza. ¿Cuántos
padres de familia se han decepcionado
por la conducta de sus hijos?. Un padre nos explicó: “Yo confiaba en mi hijo
plenamente, nunca le preguntaba sobre los lugares que frecuentaba, ni con qué
amigos iba. Consideraba a mi hijo una persona madura y responsable de sus
actos. Yo siempre le daba apoyo y mi confianza. No puedo creer en lo que ha
caído.”. Enseguida, nos comentó que su hijo había sido encarcelado por
participar en robo dentro de la misma escuela. Otra madre de familia nos relató
el caso de su hija: “A mi hija siempre la eduqué en valores. Y cuando tuvo
novio siempre confié en ella y le decía que cuidara su persona y se hiciera
respetar. Y mi hija me respondía que no me preocupara, que tenía muy claros los
valores y que su novio era muy respetuoso. Confié en ella y nunca me preocupé
ni la supervisé. Pero a los tres meses quedó embarazada.”
No dejemos de amar a nuestros hijos, no dejemos
de confiar en ellos pero, por ningún motivo, los dejemos sin supervisión y
control. Dejemos que nuestros hijos vuelen solos, pero siempre vigilándolos a
distancia, como un centinela que ampara y cuida lo que es suyo aunque, a su
vez, da libertad. El hijo necesita tener sus relaciones sociales y amistades;
no obstante, el padre debe conocer la respuesta de las siguientes preguntas:
Estas preguntas son fáciles de contestar cuando
los hijos son pequeños, pero cuando crecen se vuelven más difíciles e, incluso,
se vuelven cruciales. El adolescente y joven se creen adultos y exigen ciertos
derechos a sus padres, creando conflictos y roces. En este momento es cuando
nosotros los padres necesitamos ser más centinelas porque en esta etapa, es más
factible que ocurra la adquisición de adicciones y el desvío de los valores. El
padre realiza una doble función: de amigo que deposita su confianza y
proporciona un apoyo incondicional en su toma de decisiones, pero a la vez
vigila y cuida como un centinela, manteniéndose informado acerca de lo más
preciado, sus hijos.
Encuestas recientes sobre la forma de pensar
del joven en el campo religioso un 61% de los varones y un 44% de las jóvenes
españolas dicen que no piensan nunca o casi nunca en Dios. En México el 71% de
jóvenes entre 15 y 29 años dicen no interesarles lo que diga la Religión para
su vida concreta. Esto es un dato preocupante para la Iglesia y para la
realización humana de los jóvenes.
A muchos jóvenes los contextos eclesiales les
resultan distantes y a la Iglesia le resultan inaccesibles muchos contextos
jóvenes. La sensación de libertad, de autosuficiencia, y la creciente
eliminación de las preguntas por Dios en la mayoría de los jóvenes hace del mundo joven una tierra difícil de
sembrar.
Esta parece ser la explicación a la nota que
presentó el periódico El Universal de la Ciudad de México el 29 de mayo de 2007
en la que informa que “4 de cada 5 mujeres que se practican aborto en el
Distrito Federal son católicas y el 50 por ciento tiene pareja estable y su
nivel educativo es de bachillerato y licenciatura.”
La importancia del joven para la Iglesia
estriba en que la hace reflexionar sobre los métodos de evangelización y
reconocer que el problema de la evangelización de los jóvenes no se resuelve
dando pláticas ni organizando actividades, aunque haya que hablar mucho con
ellos y estar con ellos en actividades, lo anterior nos lleva a preguntarnos:
Los recientes estudios sobre jóvenes confirman
lo que la mera observación directa viene mostrando desde hace décadas y cada
vez con mayor fuerza: los jóvenes llevan años yéndose de la Iglesia. En un
informe reciente sobre la juventud en España, el porcentaje de jóvenes entre 15
y 24 años que se declaran católicos practicantes se ha reducido a la mitad en
un tiempo muy corto. En el 2000 eral el 28% y en 2004 el 14%. En sondeos
recientes en algunos bachilleratos y universidades de México, ante la pregunta
de quienes van a misa los domingos, el porcentaje oscila entre un 10 – 15%.
También en México los jóvenes que viven en familias rotas o con problemas
fuertes en 1997 era de un 22% y en 2005 de 58%.
La percepción de los jóvenes sobre la
Institución eclesial es de un desprestigio social y se ha desmitificado la
imagen del sacerdocio e instituciones religiosas. Los recientes y frecuentes
escándalos afectivo-sexuales han aumentado el recelo hacia la Iglesia como
Institución.
La Fundación Santamaría ha sacado las
siguientes conclusiones de sus estudios recientes: “la secularización y
descristianización de la juventud española se ha acentuado desde 1999. En
México la situación es muy parecida. Recordemos que en los últimos 10 años, en
el censo nacional de población pasamos del 97% al 86% de hogares que se
declaraban católicos y durante el siglo y medio que llevamos como República
independiente la mayor parte de la juventud mexicana fue educada en centros con
ideas si no antirreligiosas, al menos no se tomaba en cuenta. La catolicidad en
México se mantiene básicamente como fenómeno social , conociendo la actual
problemática por haber sido bautizados pero no evangelizados. Además de esto la
crisis de las instituciones que
tradicionalmente transmitían los valores cristianos: la familia y la Iglesia.”.
Si tratamos de ir al fondo, vemos que el
distanciamiento tiene mucho que ver con el desconocimiento. Muchas generaciones
fueron adoctrinadas pero no evangelizadas. Las explicaciones teológicas sobre
los problemas humanos, sobre todo de los jóvenes, han quedado fuera de la
comprensión de las nuevas generaciones. Desconocen a Jesús en persona y su
evangelio. Conocen muchas interpretaciones a través de la catequesis, pero no
han recibido el Kerigma como una respuesta directa y existencial a su realidad humana concreta a partir de sus
propias necesidades. Entre que han probado poco la verdadera vida cristiana y
que para ellos se trata más bien de prácticas rutinarias sin sentido, ligadas a
una cultura pasada que ellos ya no entienden, se van yendo sin haber conocido
el maravilloso lugar del que se están yendo. Creen que Cristo se opone a su
felicidad. No han descubierto que no se trata de elegir entre felicidad y
Cristo, sino que El es la felicidad que buscan.
Los jóvenes pueden tener formas de vida,
conducta y valoración de las cosas que puede mejorar, pero debemos reconocer
que en la vida todos los jóvenes son flexibles y moldeables. Su plasticidad
aumenta la posibilidad de esperanza. Los jóvenes son, en gran parte, lo que los
adultos hemos hecho de ellos. Hacen lo
que ven que hacemos.
En un interesante coloquio sobre catequesis
celebrado en febrero de 2006 en París organizado por el “l’Institut Superieur
de Pastorale Catéche tique” del Instituto Católico de París celebrando los 50
años de fundación tuvieron las siguientes hipótesis:
Como comentamos en un inicio el joven está
inmerso a muchas presiones en esta etapa de la postmodernidad. Para explicar
esto mejor usaremos tres símbolos, como sugiere Mons. Raúl Berzosa Obispo
Auxiliar de Oviedo: laberinto, autopista y supermercado.
Es
cierto que no hay soluciones mágicas que puedan cambiar esto de golpe y en poco
tiempo, pero no podemos eludir nuestra responsabilidad y compromiso para trabajar
por la justicia y la equidad. Claro que sería diferente si en el eje central en
lugar del dinero estuviera escrito: Jesucristo. Y si en lugar de los valores
del consumismo y hedonismo, estuvieran las bienaventuranzas evangélicas. Logrando esto la sociedad y el mundo
sufriría una transformación radical. El sueño de Dios sobre el mundo sería una
realidad y todos los seres humanos del mundo formaríamos una familia universal
en paz, equidad y justicia.
Esta utopía es la razón de ser del proyecto
cristiano y del compromiso religioso. Necesitamos niños, jóvenes y adultos que
crean en este sueño y hagamos nuestro mejor esfuerzo para hacerlo realidad.
Bibliografía
Evelyn Prado de Amaya, Jesús Amaya Guerra.
“Padres obedientes, hijos tiranos”, Trillas, México, 2003.
José Joaquín Cerezo, Pedro José Gómez Serrano.
“Jóvenes e Iglesia” Caminos para el reencuentro. Fundación Santa María, PPC,
Madrid, 2006.
Fundación Santa María “Jóvenes españoles ‘2005”
SM Madrid, 2006.
Alejandro González fms, “Evangelizar a los
Jóvenes ¿Cómo?”, México, 2007.
LOS JÓVENES ENCUENTRO CON SI MISMO:
AUTONOMÍA Y PÉRDIDA DE IDENTIDAD.
I Encuentro con si mismo.
El encuentro con si mismo es el
descubrimiento de los valores que se encierran en la realidad, en todas
sus dimensiones, que permite ordenar y diseñar las etapas de una experiencia
personal. Para entender la existencia humana es necesario entender ese
encuentro.
El encuentro implica intercambio de posibilidades, capacidad de
iniciativa; es una realidad dinámica. Es saber descubrir el lugar, la función y
el papel de cada persona dentro de la vida.
Es
indudable que ese encuentro ha de darse en apertura hacia el exterior. Se actúa
como persona cuando ésta, no se mueve sólo a impulsos de sus propias pulsiones,
creando la realidad desde sí mismo, desde su parecer.
Se
es libre cuanto más se acepta la verdad que se evidencia ante sí, aunque se
oponga a lo que en un principio tenía por definitivo. Por eso, al ser libre, se
escogen las acciones que permiten crecer y no encerrarse en la subjetividad. Amar la verdad es condición de
la libertad.
El encuentro lleva al hombre a dar lo mejor de sí mismo y lo edifica en la doble vertiente personal y comunitaria. Por eso, en el plano religioso, ante la posibilidad de escoger, el que es verdaderamente libre escoge aquello que más agrada, no a él, sino a Dios, fundamento verdadero de su existencia
La siguiente reflexión de Romano
Guardini nos lleva al meollo del encuentro. ""Quien quisiere poner a
salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por mi causa, la
hallará". Vida, alma, podemos traducir: "sí mismo en el propio
ser".
Quien se aferra a su sí mismo en su
propio ser, lo perderá; quien lo pierde por causa de Cristo, lo
encuentra". Parece una paradoja, pero es la expresión exacta de una
conducta fundamental de la existencia humana. El hombre llega a ser él mismo
liberándose de su egoísmo.
Encontrarse
es interiorizar en si mismo para conocer sus realidades profundas, sus
debilidades sus fortalezas, su espiritualidad sus preferencias sus relación con
Dios y con la sociedad.
Los
jóvenes se encuentran a si mismos cuando reflexionan sobre su condición actual
dentro del contexto en que se desenvuelven, toman sus decisiones de acuerdo a
la cultura y educación que reciben en su hogar, en la escuela, en su iglesia y
en el círculo cercano de amigos y compañeros en los diferentes ámbitos de su
actuación.
Los
padres de familia, consejeros espirituales, amigos muy cercanos y sus maestros,
son miembros importantes y valiosos para la formación conductual que permita a
los jóvenes lograr un encuentro verdadero consigo mismo.
Es
necesario apuntar que debe realizarse el encuentro creando una actitud que se
interese por su exterior para ver las personas y las cosas por lo que son en si
mismas no por la utilidad que se puede obtener de ellas.
Se
llega al punto de entender que la persona es alguien único e irrepetible no es
“algo”. La persona se determina a si misma a tomar postura y actuar, porque la
iniciativa parte de si y es responsable de sus propios actos y puede responder
por ellos.
El
verdadero encuentro con la verdad, con los ideales, con otras personas, con
Dios, se podrá dar siempre que no se tenga una actitud de dominio o posesión.
Los acontecimientos propiamente humanos son aquellos en los que la persona sale
de sí misma. El encuentro es el comienzo de ese proceso.
Si
la vida de una persona va creciendo en la capacidad de abrirse a los
dones, esa vida se transforma en un
gozar de la realidad que se abre a su admiración y conocimiento, y permite
conocerla y conocerse a sí mismo, usar de las cosas y amar a las personas y a
si mismo.
II
Autonomía.
Uno de los
atributos más claros de la dignidad de la persona se refiere a la libertad, en
cuanto a capacidad de elegir entre posibilidades, de ser actor responsable de
sus propios actos y, en consecuencia, de dirigir de forma responsable su propia
vida. Y estrechamente ligado a esta libertad responsable se encuentra el
principio de autonomía.
El hombre
se encuentra condicionado por factores físicos y por situaciones sociales o
culturales; pero no se encuentra en absoluto determinado por ellas, ya que es
capaz de auto-determinarse y sentirse un ser libre.
La
autonomía, pues, hace referencia a un espacio desde el que la persona es capaz
de decidir y elegir por sí misma, es decir, de poseer y hacer un uso efectivo
de la libertad.
Este espacio nunca es del todo alcanzado. Pero se va logrando una adquisición paulatina de la autonomía y de
la responsabilidad ante la vida, en la que el joven se va haciendo cargo de su
propia existencia, mediante el ejercicio de la iniciativa personal, la
aceptación, elección, decisión y responsabilidad.
Para lograr la autonomía es necesario que el joven aprecie su dignidad
y valores, que le permitan expresarse con plena libertad.
El encuentro con si mismo es un paso valioso para lograr la autonomía
porque el conocimiento de si mismo brinda independencia, libertad, seguridad y dominio propio.
La
autonomía personal es la capacidad que tiene el hombre de decidir por sí mismo
la forma de realizarse como tal, siendo el agente de su propia realización
personal.
La libertad
o capacidad de decisión que implica la autonomía no es sólo ausencia de
coacción, sino que supone la posibilidad de elección y la de adhesión o compromiso
en un determinando sentido o dirección.
No se trata
de ejercer la libertad con la indiferencia o ausencia de compromisos, ni
tampoco de un hacer arbitrario, que no esté sometido a normas y leyes.
El carácter
del acto autónomo, libre, lleva implícito, junto a la capacidad de elegir,
aceptar o decidir ante una situación, la adhesión o compromiso ante ella.
Los jóvenes
en muchas ocasiones no pueden lograr su autonomía por situaciones económicas,
primero, muchos de ellos no pueden educarse en escuelas, colegios o
universidades por ausencia de recursos en sus hogares, si lo logran, encuentran
dificultades para obtener un empleo que les permita satisfacer sus necesidades
básicas, de seguridad, autorrealización y otras.
De sus
necesidades y anhelos insatisfechos surgen frustraciones indiferencias y
desviaciones en su conducta y comportamiento.
Para estos
jóvenes, entre los que encontramos muchos de nuestro colectivo, el trabajo se
puede convertir en fuente permanente de frustración, ya que la relación laboral
les aporta escasas satisfacciones extrínsecas o intrínsecas.
Si a esto unimos algunas de las
características más comúnmente observadas en nuestra población de referencia,
como son: desarrollo insuficiente para enfrentarse a la frustración, con la
consiguiente necesidad de satisfacción inmediata de sus necesidades y
dificultad para planificar a largo plazo, una percepción personal pesimista de
expectativas de futuro, etc.
Estos
jóvenes, creemos, serán los más susceptibles de fracasar en su inserción vía
empleo por el abandono prematuro o por la inicial dificultad de acceso al
mismo.
El riesgo
de constituirse en desempleados crónicos, sin formación y sin esperanzas de
tenerla, hace de estos jóvenes potenciales candidatos a una existencia
socialmente inadaptada.
Perdida de identidad
Según
el Doctor Raúl Anzaldúa: “La identidad se constituye a partir de
identificaciones. La identificación es un proceso psíquico gracias al cual el
sujeto interioriza características de otra persona que toma como modelo, y las
hace propias”.
“La
identidad es un proceso fundamental para la constitución del sujeto y de la
sociedad"
En
el ambiente en que nace y se desarrolla la persona, adquiere sus valores,
costumbres, creencias, tradiciones, actitudes, aptitudes, la forma de realizar
sus actividades, en suma, forma su cultura.
Con lo anterior y la compañía de
sus padres, hermanos, parientes y personas cercanas modelan su
identidad.
La
identidad puede ser fuerte en cada persona, la cual no admite ni adopta cambios, ni invasiones fácilmente; sin
embargo hay personas que con la
influencia externa de diversos tipos y fuentes van perdiendo poco a poco su
identidad.
Cuando
no existe una convicción arraigada fuertemente y una fortaleza interna y
externa de la identidad personal, se crea un escenario fértil para que los
medios modernos de comunicación que imponen la moda, (música, deportes, prendas
de vestir, etc.) y que publicitan
insistentemente a sus protagonistas,
estos se convierten en los nuevos modelos de la sociedad y principalmente de la
juventud.
Con
la internacionalización de la producción de bienes y servicios, su mercadeo y
distribución se genera un desarrollo mundial que invade las culturas y destruye
las costumbres y tradiciones de los pueblos.
Los
jóvenes adoptan con facilidad nuevos hábitos de consumo y cambian sus
costumbres propias por las ajenas, estas últimas causan mayor daño que bien en
nuestra sociedad.
Los
padres tienen delante de si, una tarea
insoslayable, la cual es evitar la alienación de sus hijos, buscando la ruta
permanente de la comunicación y el diálogo con ellos. Para lo cual urgen de una preparación integral que los capacite a
sobreponerse a las fuerzas externas que están enfermando las futuras
generaciones.
RESUMEN
En nuestro país Honduras, como en muchos
países latinoamericanos, la falta de conocimiento de si mismo, que equivale
decir. Desconocer virtudes, talentos, fortalezas, así como limitaciones,
debilidades, etc, son condicionantes para que la sociedad se desenvuelva en un ambiente de competencia desleal entre hermanos, egoísmo, ignorancia,
frustración, y carencia de esperanza.
La falta de condiciones para que las
familias se desenvuelvan en un ambiente digno, como ser: falta de trabajo,
medidas de salud, de seguridad preventivas, techo y la obtención de los
productos de la canasta básica a precios accesibles para las grandes mayorías,
ha ocasionado la migración de nuestros compatriotas en busca del ansiado sueño
americano, y más recientemente hacia España.
El sistema educativo se ha limitado a la
enseñanza inductiva donde aprender a leer y escribir es el objetivo, quedando
en el camino gran parte de la formación en valores y principios sólidos sobre
lo que es la persona y su participación activa en la solución de los problemas
sociales, políticos y económicos.
Los medios de comunicación, nos
presentan modelos de vida y costumbres, que nos alienan, produciéndose como
resultado personas con decisiones débiles, temerosas e inseguras de sí misma.
Consecuentemente somos poseedores de autoestima muy baja o con casi ninguna.
La actuales autoridades gubernamentales
están tratando de poner los acentos en las letras que corresponde en cuanto al
sistema educativo se refiere. La Iglesia católica y muchos grupos o movimiento
católicos, estamos trabajando con programas que invitan a pensar, investigar y
actuar, y sobre todo estamos aprendiendo y enseñando que la persona es el
recurso poseedor de todo los elementos indispensables para tener un mundo mejor.
PREGUNTAS
Si
la autonomía es uno de los atributos más claros de la dignidad de la persona,
¿Porqué los jóvenes muchas veces no pueden lograrla?
LOS JOVENES EN LA
FAMILIA Y ENCUENTRO
CON SUS COMPAÑEROS
Dios nos regalo el don de ser padres de cuatro señoritas de 20, 17,16 y
13 años, lo que nos hace saber por experiencia propia que significan los
jóvenes y como influye en ellos LA FAMILIA
Nuestra hija Mayra, cuando tenia 12 años, nos compartió su preocupación
por una de sus “amiguitas” de 13 años, ya que esta asistía a un gimnasio donde
su entrenador de 35 años, la estaba enamorando y ella se estaba “ilusionando”,
creyendo que las intenciones eran buenas, el entrenador cada vez tomaba mas
confianza, cuyas intenciones, la niña únicamente las compartía con nuestra hija
y esta, afortunadamente, con nosotros, como padres y preocupados por el peligro
que estaba atravesando la niña, estuvimos pendientes del desarrollo de los acontecimientos, cuando de pronto supimos que aquel la esta
invitando a subir a su oficina privada.
Una día martes nos enteramos que le indico que en la próxima clase, estarían solos en su despacho, y que seria
totalmente de el, a lo que la niña había aceptado dada su ilusión.
No era difícil visualizar que la niña
estaba en grave peligro, primeramente le explicamos a nuestra hija que
esto lo debían saber sus padres, y no sabíamos que reacción tomarían estos, y
que tal vez hasta su amiga se molestaría con ella, por habérnoslo compartido, y
era probable que sus padres la castigaran, pero que si se consideraba su amiga,
esto era lo correcto, que si su amiga se molestaba con ella en esta ocasión,
seguramente mas adelante se lo agradecería.
Los padres de la niña la habían
descuidado demasiado, debido a que el
papa trabaja todo el día y llegaba a casa a
altas horas de la noche y la mama la dejaba en el gimnasio a la 6 y la
recogía a las 8 p.m.
Y fue así que armándonos de valor cumplimos con nuestra deber de
profeta que anuncia y denuncia, le hablamos a la mama, lo que pasaba con su
hija, ella nos explico que por su poca experiencia, le había dado todo la
libertad a su hija, a tal punto que la niña se acostaba a altas horas de la
noche, viendo videos que ella misma alquilaba o veía por el cable no tenían
ningún control de las revistas que leía ni de lo que veía en la televisión.
Después de manifestar su
indignación en contra del entrenador llamo a su esposo y le traslado la
situación, este muy molesto, en ese momento fue a traer a su esposa e hija y se
presentaron en el gimnasio, donde le reclamaron la actitud al entrenador, quien,
por supuesto, se negó en todo momento, diciendo que eran mentiras de la
niña. Hablaron con las autoridades y
ellos procedieron al despido del
entrenador
Gracias a Dios se pudo
evitar que esta cayera en las manos de un hombre que tenia la costumbre de
seducir a las alumnas y en este caso una niña de 13 años. Hemos quedado con esta familia de amigos y
aunque las niñas ya no son compañeras, siguen siendo buenas amigas, por tal
razón, los padres que tenemos jóvenes adolescentes tenemos que estar muy atentos
y despiertos ya que ellos son el presente y el futuro de la sociedad.
La mayoría de jóvenes se
manifiesta de diferente manera, y la familia juega un papel fundamental en su
estado de animo, podemos decir que es determinante ya que los padres y demás
hermanos influyen a tal punto que el joven puede estar muy contento, muy a
gusto en su casa con su familia deseando llegar del colegio o Universidad o del
trabajo a casa, o bien puede estar siempre triste, introvertido con un
semblante de despistado al margen del ambiente, y no desear llegar a casa,
prefiere ir a casa de algún amigo o compañero o lo que es peor quedarse en la
calle. Si el segundo escenario
fuera el de alguno de nuestros hijos o
de algún compañero de nuestros hijos es necesario, que como miembros activos y
dirigentes de un movimiento de familia, como es el Movimiento Familiar
Cristiano, hacer un alto y no permanecer de brazos cruzados ya que allí nos
esta llamando el Señor a evangelizar y no conformarnos con expresar pobrecito o
pobrecita esa señorita o ese joven, debemos
tratar de hablar con los padres o con la madre primeramente, es aquí
donde la influencia de nuestros hijos
como compañeros es trascendental, podrán influir grandemente para bien o
para mal en sus compañeros, y si no permiten la ayuda, cono dijo el Señor nos
sacudiremos las sandalias, pero por lo menos hay que intentarlo.
Cuando el Joven tiene un encuentro con sus compañeros, conversa,
intercambia su sentir y comenta lo que esta viviendo en su casa con su familia,
para nosotros es bastante sorprendente que nuestras hijas que están cursando
diferentes grados de estudio hacia su alrededor hay mucha falta de Dios, falta
de amor, no existe la convivencia, la
unidad familiar, ya que si hay mucho dinero, existen una clase de problemas y
si hay poco se presenta otro tipo de problemas, cuando hay mucho, los padres
tratan de transmitir a los hijos que con darles cosas superfluas y materiales,
les están dando mucho cariño y para ello creemos que cabe mencionar la canción de
Franco de Vita ” No basta”, la casa y la familia se vuelven como un hotel a
donde se llega a dormir, cada miembro de la familia tiene su habitación,
teléfono, televisor y su vehiculo y cuando de repente coinciden en llegar ya
parece la mafia todos con su vehiculo, porque en esa familia solo hay miembros
pero no se comunican , solo cuando los hijos ya se les termino el dinero o el
limite en sus tarjetas de crédito o las chequeras y le solicitan a la mama y
esta al papa y este deposita en las cuentas, si no se tiene el dinero necesario
se generan muchos otros problemas, dudas, insatisfacciones, enfermedades,
enojos a tal punto que uno de los padres tiene que emigrar a otro país, y en
consecuencia los hijos ya no tienen el amor ni la autoridad de ambos padres.
Ante estos panoramas con los compañeros de nuestras hijas, quienes han
influido grandemente en la problemática de sus compañeros (cuando les comparten
que sus padres se están divorciando, que uno de los dos tiene otro pareja
aparte de su madre o padre, los
problemas de las drogas en algunos compañeros, etc.) tenemos la suerte que todo
no lo comparten y nos preguntan lo que pueden hacer, por supuesto hacemos
nuestro mejor intento de ayudar, le
sugerimos y cuando los involucrados nos lo permiten actuamos lo mas
pronto. Hemos experimentado
sentimientos encontrados, de alegría y satisfacción de que no somos los padres
perfectos pero hemos hecho todo lo posible de aplicar con ellas y estas en sus
compañeros lo que hemos aprendido en este bendito Movimiento Familiar
Cristiano, por otro lado sentimos tristeza , impotencia, y quisiéramos tener
una varita mágica, para arreglar la vida de sus compañeros y muchas veces la
hemos calmado diciéndoles, vamos hablar con la mama, el papa, o los dos, y si
no aceptan nuestras sugerencia vamos a orar a rezar rosarios, o hacer ayunos
para que la situación cambie en esos hogares.
Mayra y
Rafael Calderón
Los jóvenes atrapados entre la Esperanza y la
indiferencia.
Un sector muy especial de la
sociedad que normalmente es tratado como algo fuera de la sociedad somos los
jóvenes. Hoy en día vemos como los jóvenes son tratados como inexpertos y
normalmente se considera que van por un mal camino. A menudo encontramos a
gente diciendo que los jóvenes se pierden cada vez más pronto, pero pocas veces
intentamos entenderlos o acercarnos a ellos. Ante esta situación vemos como el
joven es indiferente ante diversos eventos entre ellos la religión. Pero
también podemos sentir que los jóvenes tienen viva esa esperanza de no tener una
sociedad como en la que nos está tocando vivir.
Los jóvenes somos fruto de la
sociedad. Hemos sido formados por nuestros padres, por lo que considero que no
se debe atacar a los jóvenes por su forma de ser, sino ver en que manera los
adultos son responsables del comportamiento y formación de sus hijos. Por lo
tanto, el adulto tiene que cambiar esa actitud de rechazo hacia los jóvenes y
analizar en que manera el adulto puede influir positivamente en los jóvenes para que los jóvenes que
están en su entorno (hijos, alumnos, vecinos, etc.) acepten a Jesús resucitado
como centro de su vida. Si alguien se caracteriza por estar lleno de energía y
dispuesto a entregarse por algo que valga la pena, es el joven; lo importante
es saber como encaminarlo a Dios para que sea feliz en su juventud y más tarde
pueda ser feliz en la vocación que Dios tenga guardada para él.
La indiferencia del joven hacia la religión
tiene diferentes causas. Podemos distinguir entre muchas otras a la cultura
hedonista de la sociedad, la falta de conocimiento de los jóvenes, y también
nuestras actitudes como predicadores.
El joven ve cómo la sociedad lo
invita a aprovechar cada instante en placeres que no dan la verdadera
felicidad, y al ver que las ideas de la Iglesia no concuerdan con muchas de las
salidas que ofrece la sociedad, pues decide tomar una posición de indiferencia
hacia la Iglesia. El joven cree que la doctrina católica es buena pero que es
muy difícil llevarla a cabo en su totalidad en estos tiempos. Cree que la
Iglesia debe de modernizarse y estar al día, ser menos dura y dar más
libertades para así poder llegar a más gente. Entonces es cuando tomamos esa
religiosidad “light”, y vemos como a veces ideas totalmente erróneas pueden ser
aceptadas bajo ciertas circunstancias, tal como el aborto o el divorcio, las
cuales ya son materia de discusión cotidiana en nuestra sociedad.
El joven de hoy se considera
independiente y capaz de lograrlo todo por sí mismo. A esto se le suman las
ideas de los medios de comunicación de romper las reglas, ser libre, y
experimentar. El joven es idealista, tiende a vivir al instante, romper
paradigmas, y experimentar todo lo que pueda. Si bien, algunas de estas ideas
sirven para luchar en contra de algunas injusticias, y para cuestionar los
males de la sociedad, también a veces estas ideas llevan al joven a perderse en
el libertinaje y así perder el control de su libertad. Esta pérdida de control
es ocasionada en su mayoría por la falta de conocimiento del joven. Muchos
creen conocer su religión, pero pocos han experimentado el amor de Cristo en su
corazón; varios son los que han sido bautizados y hasta confirmados, pero pocos
son los que están realmente convencidos de luchar por extender el reino de
Dios. Vemos como al sentir que su forma de vida es cuestionada ven temblar su
fe. Vemos estos fenómenos cuando salen libros o películas que atacan a la
Iglesia Católica, o cuando vemos que los miembros de la Iglesia también cometen
errores.
Es ahí cuando entra también nuestra
actitud como predicadores. Muchas veces, y hasta sin darnos cuentas nos
sentimos que estamos más cerca de Dios que el resto de la gente, y hasta los
vemos como pecadores. Tenemos que tener siempre la actitud de humildes
pecadores, pero también siempre con el deseo de superarnos cada día más.
Tenemos que actuar con la sencillez que nos pide el Evangelio, pero con la
fuerza que requiere un soldado de Cristo. Tenemos que hacer entender al joven
que la Iglesia es pecadora por el simple hecho de que pertenecemos a ella, pero
también es Santa por ser fundada por Cristo. Al ser sencillos y humildes
evitaremos criticar al joven por los errores que comete; si bien, tenemos que
reconocer que de los errores es de donde se aprende.
Otro punto a tomar en cuenta es que
no todos los jóvenes son iguales. Hay quienes si tratan de vivir plenamente su
fe, hay otros a los que les falta
conocimiento y alguien que les preste ayuda, y hay otros que creen que Dios no
es necesario en su vida diaria. Así pues, ya que vimos que hay diferentes tipos
de jóvenes, también tienen que existir diferentes formas de tratar los
problemas. Podemos ver que el joven no puede ser clasificado como indiferente
hacia todos los ámbitos de su vida. Uno puede ver como en el pandillerismo los
jóvenes se sienten bien comprometidos para defender a su barrio y compañeros. O
como el joven puede ser más detallista y cariñoso con su novia. Entonces
podemos definir que el joven si se siente comprometido en entornos en los que
se siente importante o tomado en cuenta.
Tomando esto en cuenta vemos que el
joven si tiene esperanza, de que lucha por lo que cree que es su futuro. En
diferentes entornos vemos como el joven lucha por su educación, por su trabajo,
por su familia, por sus amigos, por su derecho a ser libre, por su pandilla,
por su equipo de fútbol, pero pocos son los jóvenes que luchan por seguir
difundiendo el amor de Cristo con su testimonio. Entonces el propósito de los
evangelizadores de hoy es convencer a los jóvenes de que pueden ser libres y
felices con Cristo en su corazón. Muchos jóvenes piensan que hay que elegir
entre seguir a la religión o la felicidad, entre los amigos o Jesús, cuando la
felicidad y los verdaderos amigos vienen con Cristo.
La esperanza del joven está ahí
presente. El problema es que muchos jóvenes no saben a que hay que apostarle.
Algunos piensan que la solución a los problemas sociales radica en tener nuevas
formas de gobierno y vemos como los jóvenes se unen a las diversas protestas,
unas para bien y otras para mal. Es por eso que surgen las ideas de rebeldía,
para poder así cambiar los sistemas impuestos. El problema surge cuando el
joven lucha por algo mundano, y al final, como con todas las cosas del mundo,
vemos que el joven no queda satisfecho y deja de luchar por la justicia y la
igualdad.
Si todas estas luchas incluyeran a
Cristo como centro, veríamos como habría un cambio radical en nuestra sociedad.
No podemos decir que solucionaríamos todos los problemas, pero si podemos decir
que al tener evangelizados a los jóvenes, acrecentaremos su esperanza de poder
tener un mundo mejor para sus hijos, y lo más importante de todo, los jóvenes
conocerán a Cristo y sabrán que nunca estarán solos.
La pregunta que sale al aire es como
lograr este objetivo. Yo creo que la mejor forma es como católico no llevar una
doble vida. Aquí enfrente de la gente aparentamos ser casi perfectos, e
invitamos a la gente a ser como nosotros. Debemos de dar esa invitación a no
ser como nosotros, pero a ser como nuestro Padre Dios. Y esto se logra mediante
el testimonio. Este es un reto muy grande que tenemos, ya que muchos jóvenes al
ver que los predicadores no son perfectos como aparentan ser, pierden la fe y
ya es mucho más difícil acercarlos a la Iglesia. Entonces, primero es
acercarnos a ellos, tal como lo hace el MFC juvenil, y después hacerlos que se
sientan comprometidos con Cristo para que sigan extendiendo su amor a través de
los diversos círculos.
El que los adultos estén convencidos
de que los jóvenes tienen mucho potencial, que son buenos por naturaleza, y que
en realidad quieren un mundo nuevo y bueno para vivir, creará un sentimiento de
compromiso hacia ellos. No solo debemos educarlos con el ejemplo más que con
las palabras, sino que también debemos ofrecerles un encuentro con Jesús
resucitado. Y que al vivir con Jesús en el centro de su corazón verán que quizá
la vida es un poco más exigente, pero que sabrán que nunca están solos para
solucionar los problemas que puedan tener en su familia, estudios, trabajo,
amigos, novia, etc. Tenemos que cambiar esa indiferencia que el joven siente
hacia Dios en compromiso, para que el joven ya tenga una esperanza tangible, y
sepa por que luchar, y poco a poco seguir expandiendo el reino de Dios.
Jesús Alfonso Flores
MFCj. México